Embarrassing moments
It was 1979. I was living in Buenos Aires, and those were dangerous times. I was only 12, and I would say I was totally oblivious to what was going on (the military government had taken over three years before, and thousands of Argentines were being kidnapped and/or killed). I guess that innocence came to an end the day my mother came in a hurry to pick us up from school, because they had bombed a car right in front of our house, with the expected gunfire afterwards. Some of the bodies were still there by the time I came back home…
But that’s not the story I want to tell, of course. I was in Grade 7 at “San Marón” school in downtown Buenos Aires. It was a private Catholic school, but let’s just say they weren’t too picky when it was time to accept students coming from other schools (two of my classmates and one kid from Grade 6 were expulsed when it was found out that they had stolen money from our school and another one… at age 12!). I only went to that school for a year, but I still made really good friends (many of them I have just met again through the magic of Facebook).
There was only one girl in our class, but she soon left. During the afternoon, however, three girls from Grade 6 would join us, who knows why (I don’t remember exactly, it was so many years ago!). I remember their names: Virginia, Paula and Ana Laura. I fell madly in love with the last one…
She was a very pretty girl, with long hair in pigtails. She had a very soft voice, and you could say she was a little shy. For once, instead of acting like a complete fool (like any normal kid would in the presence of the girl he likes) I was actually kind and well behaved. I would do silly things like draw her (she normally sat in front of me), but the drawings were actually pretty good. And I would walk back from school with her. The fact that she lived just half a block away from my place helped a lot!
As much in love as I was, I had no idea of how to win the heart of my beloved one. I would spend the whole day thinking about her, but never once I made any attempts at letting her know how I felt. Being 12 wasn’t an excuse for being so slow, I will tell you, based on my ‘progress’ through the adolescence…
But unbeknownst to me, she was starting to fall for my mild mannered courtship. One day, coming back from school, I paid her a very casual compliment on her beauty (I wasn’t trying to impress her at that time, but simply replied to a negative comment she had made about herself). To my huge surprise, Ana Laura replied:
- Gabriel… I think you’re winning me over.
There it was, the moment that I had been waiting for so long! What could I say now? That was the perfect opportunity for me to tell her how I felt! I regained my composure, and after a few seconds that felt like an eternity I replied, still nervous:
- Me??? Winning you over? You mean you think I’m trying to… Oh, no, not at all! Where did you get those ideas from?
What a moron. There she stood, all confused, trying to figure out what the heck was wrong with me. We resumed our walking, and nothing really changed from then on. We would remain good friends, and I would still walk back home with her every day.
But I knew I had blown my only chance with this girl. Not only that, I had looked like a complete fool. But well, if wasn’t my first time and it certainly wasn’t going to be my last…
This is the only picture I have from those years. The two guys in front (with the striped shirts) are my brother Fafa and I
Esta es la única foto de la época que tengo. Los dos de adelante (con las remeras a rayas) somos mi hermano Fafa y yo
Corría 1979. Vivía en Buenos Aires, y ésos eran tiempos peligrosos. Sólo tenía 12 años, y diría que estaba completamente ajeno a lo que estaba pasando (el gobierno militar se había apropiado del poder tres años antes, y miles de argentinos estaban siendo secuestrados y/o asesinados). Supongo que esa inocencia llegó a su fin el día en que mi madre vino corriendo a buscarnos a la escuela para llevarnos, porque habían bombardeado un auto justo enfrente de nuestra casa, con el esperable tiroteo luego. Algunos de los cuerpos todavía estaban allí cuando llegamos…
Pero ésa no es la historia que quiero contar, por supuesto. Yo estaba en el Colegio “San Marón” en el centro de Buenos Aires, y estaba en séptimo grado. Esta era una escuela católica y semi-privada, pero no muy exigente a la hora de aceptar alumnos que vinieran de otras escuelas (dos de mis compañeros y un chico de 6to Grado fueron expulsados cuando se descubrió que habían robado dinero de nuestra escuela y otra institución más… a los doce años!). Sólo fui a esa escuela por un año, pero hice muy buenos amigos (con muchos de los cuales me acabo de reencontrar, gracias a la magia de Facebook).
Había sólo una niña en nuestra clase, pero pronto se fue. Durante las tardes, sin embargo, tres chicas de sexto grado se nos unían, vaya a saber por qué (no recuerdo la razón, han pasado tantos años!). Recuerdo sus nombres: Virginia, Paula y Ana Laura. Yo estaba perdidamente enamorado de ésta última…
Era una niña muy bonita, con cabello largo peinado con dos colitas. Tenía una voz muy suave, y se podría decir que era algo tímida. Por una vez, en lugar de actuar como un idiota (como cualquier chico haría en presencia de la chica que ama) me comporte con amabilidad y buena educación. Hacía algunas cosas tontas como dibujar su retrato (ella se sentaba adelante de mí), pero los dibujos eran bastante buenos. También caminaba con ella camino a casa a la salida de la escuela. Como vivía a sólo media cuadra, no tenía que inventar ninguna excusa elaborada!
Por más enamorado que estuviera, no tenía ni la menor idea de cómo hacerle saber a mi amada lo que sentía. Me pasaba el día pensando en ella, pero ni por casualidad se me ocurrió intentar de alguna forma hacerle saber lo que sentía. Mi edad (12) no era una excusa para ser tan ‘lenteja’, porque seamos honestos, no hubo mucho ‘progreso’ en ese área durante la adolescencia…
Pero sin que yo siquiera sospechara, ella estaba comenzando a ceder a mi extremadamente educado y casi distante cortejo. Un día, volviendo de la escuela, hice un comentario casual acerca de su belleza (no estaba tratando de impresionarla esta vez, sino que simplemente respondí a un comentario negativo que había ella acerca de ella misma). Para mi enorme sorpresa, Ana Laura respondió:
- Gabriel… Creo que me estás conquistando.
Ahí estaba, el momento que yo tanto había esperado! Qué le diría ahora? Era la oportunidad perfecta para que yo le dijera lo que sentía! Gané compostura, y luego de unos segundos que se hicieron eternos, respondí aún nervioso:
- Quién, yo??? Conquistarte? Estás queriendo decir que yo… Oh, no, para nada! De dónde sacaste semejante idea?
Qué idiota. Allí se quedó parada la pobre, completamente confundida, tratando de dilucidar qué es lo que tenía yo en la cabeza. Seguimos caminando, y nada cambió en nuestra relación luego de ese día. Seguimos siendo buenos amigos, y seguimos caminando juntos casi todos los días luego del colegio.
Pero yo sabía bien que había desperdiciado mi única chance con esta chica. No sólo eso, también había quedado como un perfecto imbécil. Pero bueno, no había sido mi primera vez y ciertamente no sería la última…
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I have a one or two moments like that. But really, you end up remembering them for what could have happened more than you remember the things that did happen with other girls. The girl I was afraid to kiss is the one I'll never forget.
ReplyDelete7 horizontal, palabra de seis letras, empieza con "bo" y termina con "udo", diría Olmedo.
ReplyDeleteNo, no, no. El diálogo era más o menos así:
ReplyDelete- Borges: A ver... siete horizontal, palabra de ocho letras que termina en 'tudo'
- Alvarez: 'Bigotudo'
- Borges: Me prestaría la goma?
OM, I just loved your comment!!! You're absolutely right.
ReplyDeleteA la miercoles...esta sección se está convirtiendo casi en un espacio de reflexión! Me enterneciste, Willy!
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