Tuesday, November 27, 2007

The longest trip (Part 10)

(Continues from here)

I woke up and found myself alone in a little room just next to the OR. Due to the effects of the anesthesia, I could hear myself whining as if I were a five year old boy, but I could not do anything about it. I had a terrible taste in my mouth (undoubtedly due to the anesthesia as well) so I asked -well, I whined- a nurse if she could give me a candy. She left and came back with one, and gave it to me.

"Do you feel better now?"
"Yes, thanks, but how did you know I liked mint candies?"
"I didn't, and that's not mint, it's butterscotch"... :-)

A few hours later, I was taken back to my room, and remained a little groggy for the rest of the afternoon, until I started to feel better around dinner time. My brother Martín provided the entertainment: he recognized a nurse, because he had been admitted there a few years back, due to a broken fibula, and told me he would ask him if he remembered him. "Martín", I said, "this is a trauma hospital! This gentleman sees tons of patients with problems like yours every month, how in the world can you expect him to remember your case!" However, my brother insisted, convinced that if he told the nurse the circumstances of his arrival to the hospital, he would remember. And he was right, because the nurse said "Oh, yes, of course I remember!" and started to laugh!

The thing is that my brother had broken his fibula... trying to ride a cow in the province of Santiago del Estero, and then he had to travel the more of 1,000 kilometers between that place and Buenos Aires by train, and with his leg broken!

I stayed at the Dupuytrén Institute for only four more days. Doctor Garrido, who had been in charge of the surgery -or so we thought- took a look at me and told me that surgery had been a complete success. However, we felt he looked kind of distant, as if I hadn't been his patient at all.

And I wasn't! Later on we found out that it had been his boss, Doctor Gómez who did it (I talked about him in my previous post; he had said to me that he would have to charge me US$ 5,000 had he done the surgery himself, but if his team performed the surgery then it would have been covered). When we asked him why he did it, knowing that he would not get any money for his services, he said "Your case was very interesting, yet very challenging and delicate for me to delegate to somebody else. I have the utmost confidence on my team, but sometimes I am not happy unless I do the surgery myself".

Sometimes I think that we (me and Gaby) must have done things very well, because we have crossed paths with people like my ex-boss Rolando and this Doctor Gómez. If it weren't for them, I probably would not be walking today...

We left the clinic in the morning of Tuesday, January 24th; we had a very stressful ambulance trip, in which we had to fight with the driver, because they were going at 100 Km/h, siren on, and running every red light in downtown Buenos Aires. We asked them what their hurry was, because I certainly didn't have any. After about an hour, and exactly 21 days after I had left my father house in Necochea, I arrived home.

(To be continued here)

(Continúa de aquí)

Desperté y me encontraba solo en una salita de recuperación, al lado del quirófano. Debido a los efectos de la anestesia, me escuchaba a mí mismo quejándome como si fuera un niño de cinco años, pero no podía evitarlo. Tenía un gusto muy desagradable en la boca, sin dudas también producto de la anestesia, así que le pedí -bah, le lloriqueé- a la enfermera que me diese un caramelo. La enfermera fue y vino con uno en la mano, y me lo dio.

"Se siente mejor ahora?"
"Sí, gracias, pero cómo sabía que me gustaban los caramelos de menta?"
"No sabía, y el caramelo que le dí era de dulce de leche..." :-)

A las pocas horas fui llevado de nuevo a mi habitación, y seguí medio adormecido por el resto de la tarde, hasta que comencé a sentirme mejor a la hora de la cena. Mi hermano Martín propocionó el momento de diversión: reconoció a un enfermero, ya que el había estado internado en la misma clínica un par de años atrás, debido a una fractura de peroné, y se dispuso a preguntarle si se acordaba de él. "Martín", le dije, "esto es una clínica traumatológica! Este hombre ve toneladas de pacientes con problemas como el tuyo todos los meses, cómo pretendés que se acuerde de vos!". Sin embargo, mi hermano insistió, convencido de que si le narraba las condiciones en las que él había llegado allí, el enfermero se iba a acordar. Y tenía razón, porque el enfermero dijo "Uy, sí, claro que me acuerdo!" y se mató de la risa!

Es que mi hermano se había roto el peroné... tratando de montar una vaca en la provincia de Santiago del Estero, y tuvo que viajar los más de 1000 kilómetros que separan ese lugar con Buenos Aires en tren y con la 'pata' rota!

Estuve en el hospital Dupuytrén por sólo cuatro días más. El doctor Garrido, quien me había operado -o al menos eso creíamos nosotros- me revisó y me dijo que la operación había sido un éxito rotundo. Sin embargo, el parecía más bien distante, como si yo no fuera realmente su paciente.

Y no lo era! Tiempo después me enteré que en realidad me había operado su jefe, el Doctor Gómez (aquél de quien hablé en el post pasado y que me dijo que si me operaba estaba forzado a cobrarme US$ 5.000, pero que si su equipo lo hacía el costo estaría cubierto). Cuando le preguntamos por qué me operó sabiendo que no iba a cobrar por sus servicios, me dijo "Su caso era muy interesante y muy delicado como para que yo lo dejara en manos de otros. A mi equipo le tengo absoluta confianza, pero hay veces en las que no me quedo tranquilo si el trabajo no lo hago yo".

A veces pienso que debemos haber hecho las cosas muy bien Gaby y yo como para que nos hayamos topado con gente como mi ex-jefe Rolando y este Doctor Gómez. Si no fuera por ellos, yo seguramente no estaría caminando ahora...

El martes 24 de Enero salimos de la clínica por la mañana; tuvimos un muy sufrido viaje en ambulancia, en el que tuvimos que pelearnos con los enfermeros porque me llevaban a 100 Km/h y con la sirena, pasando todos los semáforos en rojo en pleno centro de Buenos Aires, cuando yo no tenía ningún apuro... y ellos no deberían tampoco. Luego de una hora de viaje, y exactamente 21 días después de haber salido de la casa de mi papá en Necochea, arribé a mi casa.

(Continuará aquí)

2 comments:

  1. Tu angel guardián debe tener muy buenas influencias allá arriba.

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  2. Ya lo creo, Jorge! :-)

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