De adulto, mi vocación por Les Luthiers siguió creciendo. Ya de casado, se hizo un rito anual -muy disfrutado- eso de ir al teatro Coliseo con mi esposa a ver el nuevo espectáculo de Les Luthiers. Incluso antes de casarme, recuerdo una noche en que fui a verlos con mi amiga Verónica en medio de un diluvio. Estábamos TAN empapados, que nos dio vergüenza mojar los asientos y nos quedamos sentados en el piso, entre las dos filas de butacas, mojados hasta la médula pero disfrutando como locos.
Una vez, allí por 1997, fuimos a ver a Les Luthiers con mi hermano y su esposa, que estaban de visita, y de ahí salimos a cenar a un restaurante muy cercano. Esa noche, me quejé amargamente de mi mala suerte, porque cada vez que había planeado un viaje a USA para visitarlos, había tenido que cancelar mis planes por algún motivo. "A esta altura estoy convencido de que nunca voy a ir a los Estados Unidos", les dije. A la mañana siguiente recibí una llamada de mi entonces jefe, mi querido y admirado Rolo Greco:
- Gordo, tenés pasaporte?
- No...
- Bueno, yo me ocupo. Podés viajar a Estados Unidos el 2 de Agosto?
- Sí... pero eso es pasado mañana!!
- Sí, ya sé.
El viaje se postergó exactamente por una semana y al sábado siguiente, pero sí, me fui. Y la historia de mi vida y la de mi familia cambió para siempre. Esa noche, Les Luthiers no sólo me regaló montones de risas sino que también me dio suerte.
Admiré y admiro profundamente a los siete grandes que pasaron por Les Luthiers: su creador, el fallecido Gerardo Masana. El ya retirado Ernesto Acher, brillantísimo músico. Marcos Mundstock, un locutor excepcional y con una voz de barítono que ya quisiera tener yo. El increíble Carlos Núñez Cortés, un pianista 'de aquellos' y dueño de un humor único, y también el fana número 1 de Les Luthiers. El que más envidio, Jorge Maronna, que hace cosas con la guitarra que yo sé que yo nunca podré. Carlos López Puccio, mi preferido, y un gran director coral (el más grande de Latinoamérica, diría). Aún recuerdo cómo me cagué en las patas cuando un día se apareció en uno de mis conciertos (y lo mal que cantamos ese día...). Y por supuesto, la cara más visible de Les Luthiers, el más payaso, el más porteño de este grupo de lujo: Daniel Rabinovich.
Daniel Rabinovich podía hacer de todo, y todo lo hacía bien. Tocaba la guitarra, el bajo, la batería, instrumentos de viento tradicionales y no, instrumentos de cuerdas tradicionales y no, cantaba como los dioses, hacía de locutor... todo lo hacía a las mil maravillas y era increíblemente gracioso. Era decididamente uno de los dos pilares -junto a Mundstock- de los espectáculos, y su rol había crecido aún más en los últimos años, en los que el espectáculo se apoyaba mucho en las gracias e improvisaciones que Rabinovic hacía junto a Mundstock, mientras que el resto acompañaba a la perfección y se notaba que obviamente disfrutaba lo que pasaba 'ahí adelante'.
Este año, como había pasado otras veces, Rabinovich no pudo ser de la partida por razones de salud. El ya había tenido problemas cardíacos en el pasado, así que yo asumí que se trataba de algo así. Por primera vez en casi 30 años y desde la ida de Acher, Les Luthiers estaba funcionando como sexteto, con los excelentes reemplazantes permanentes Tato Turano y Martín O'Connor asumiendo por tramos el rol de 'Neneco' (tarea nada fácil pero que estos talentosísimos 'suplentes' cumplían con mucho profesionalismo y casi sin afectar el producto final). Anoche mismo estaba buscando videos de sus presentaciones en Chile de este año y preguntándome cuándo volvería Daniel a actuar con sus amigos, sus colegas de casi 48 años. Hasta llegué a preguntarme si alguna vez los reemplazantes serían agregados a la fundación titular. Sabía que a LesLu le queda poco tiempo de actuar, así que hasta me pregunté si algún día no irían a dejar ciertas diferencias e invitar a Ernesto Acher para una última función todos juntos...
Pero nada de eso importa ya. Todo ha cambiado. Daniel Rabinovich, el payaso, el enorme músico, el brillante cómico, el gran escritor, el actor, el... tantas cosas, ha muerto hoy. Por primera vez en mucho tiempo, la muerte de alguien a quien no conozco me ha puesto triste, y mucho. Es que Rabinovich y su grupo me ha marcado mucho. Me ha dado innumerables noches de risas, de carcajadas, de admiración y de envidia. 'Qué buenos que son estos hdp!'
Seguirá Les Luthiers después de esto? Lo dudo. A lo sumo, tal vez hagan lo que otro de mis grupos favoritos -The Manhattan Transfer- hizo luego de la muerte de uno de sus integrantes, honrar los contratos que ya habían firmado, y luego tal vez se retiren. En este momento, sin embargo, nada de esto importa. En este viernes lluvioso aquí en Kitchener-Waterloo, lo único que hay es tristeza.
Adiós, Neneco. GRACIAS por tantas, pero tantas risas. Saludámelo al flaco Masana de mi parte. Ninguno de los dos jamás supo quién era yo, pero creéme que los admiro mucho y no voy a dejar de hacerlo.
Ya no será lo mismo. La salida de Acher fue un golpe del cual salieron airosos. Dicen que van a continuar, veremos que pasa.
ReplyDelete(Botellón de borgoña.. temblaban de miedo, en invierno. Unos genios inigualables!!)