(En español más abajo)
I have a very high tolerance to cold weather, to the point that my parameter in order to know how many layers of clothes should I put on before I hit the street is my wife’s face. I can be walking around on a –10C day, wearing not much more than a t-shirt and a fleece. I normally joke about it saying that my tolerance is due to a thick layer of fat that covers my entire body.
There’s an exception, though, and that would be my hands. They just freeze; I can’t even grab an ice cube or try to make a snowball without feeling that I’m about to get frostbite. It’s a terrible feeling! This is why I might not always be wearing appropriate clothes for the weather, but I still make sure I’m wearing gloves.
When I can find them!
I have two pairs. One is in a rough shape, but it’s still far better than the second one, a gift from someone who evidently doesn’t live in Canada, because they’re mostly made of wool (not too effective for when you’re getting the snow out of your windshield, for example). I still keep both of them right next to the door, so I remember to put them on right before I leave (yes, I’m that old already).
When I went to grab my gloves on Monday morning, I saw there was one pair missing. “That has to be Juan again”, I thought. I picked up the other pair and went out.
But when I was about to go out on Tuesday, I saw my other gloves were missing too! “No way! How can he take –and lose– both sets of gloves two days in a row!”. But it wasn’t him, it was Santi.
So here’s the deal, both boys have their own gloves but they take mine to school. And my hands freeze.
Ah, parenting…
Carolina’s gloves. I don't think the boys will take these!
Los guantes de Caro. Difícil que los chicos se los lleven!
Tengo una tolerancia muy grande al frío, al punto de que mi parámetro para saber qué ponerme cuando salgo de casa a la mañana es la cara que me pone mi esposa. Puedo andar por ahí con –10C, sin más que una remerita y un buzo. Normalmente bromeo diciendo que mi tolerancia se debe a que tengo una capa de grasa que me protege de las inclemencias del tiempo.
Hay una excepción, sin embargo, y son mis manos. Son mi punto débil; no puedo ni siquiera tener un cubito de hielo o una bola de nieve sin sentir que me va a agarrar ‘frosbite’. Es terrible! Por eso es que si bien no siempre tengo ropas apropiadas para el invierno, siempre me aseguro de usar guantes.
Cuando los puedo encontrar!
Tengo dos pares. Unos están bastante viejitos, pero son muchos más adecuados que los otros, regalo de alguien que obviamente no vive en Canadá porque están hechos de lana (no muy efectivo para cuando uno saca la nieve del parabrisas del auto, por ejemplo). Dejo ambos bien al lado de la puerta, así no me olvido de ponérmelos antes de salir (sí, ya me estoy poniendo tan viejo).
Cuando fui a buscar mis guantes el lunes a la mañana, ví que faltaba un par. “Debe haber sido Juan de nuevo”, pensé. Tomé el otro par y me fui.
Pero cuando fui a salir al día siguiente, mi otro par había desaparecido también! “No puede ser! Cómo me puede sacar –y perder– dos pares seguidos!”. Resultó que no había sido él, sino Santi.
Así el asunto, los dos varones tienen sus propios guantes pero se llevan los míos a la escuela. Y mientras tanto mis dedos se convierten en estalactitas.
Ah, las delicias de ser padre…
... ponele algo adentro, que se yo... como caca de gallina... ji ji ji
ReplyDeleteUngrateful brats! :-D
ReplyDeleteYou should get a pair of red mittens, they are awesome. $10 at Zellers or the Bay!