Enrique painted signs, and also worked with cars, a tradition that my cousins have followed. Many stores in Necochea had his signature (the word 'Almada' on top of a tiny paintbrush) on their billboards and windows.
But Enrique's specialty was painting buses (doing beautiful 'fileteados') and racing cars. I felt very proud every time I saw one of those huge NASCAR-like machines on the newspaper and my last name was visible on its hood!
Johnny DeBenedictis, the greatest driver in Necochea’s history.
You can see my uncle’s signature under the number 2!
(Corsa Magazine, 1986)
My uncle would occasionally go to a paint store in downtown Necochea, just around the corner from my dad's office, to buy some paint. He would always make his presence noticeable by pretending to trip as soon as he went pass the front door, knocking down many cans and creating a lot of noise (definitely a family thing, as I do that at home and at work quite often). The store owner, a friend of my uncle, would jokingly insult him and then put all the cans back in their places.
But you can tell he was getting tired of my uncle's little stunt. One day, it was my dad who needed to buy some paint (surely for one of his many home improvement projects). Of course he went to the same store!
The moment he showed up at the door, Dad was greeted by the owner, who said to him (not that jokingly):
- You touch a single can of f'n paint and I'm gonna beat the sh*t out of you, you f'n idiot!!!
Enrique pintaba letreros y carteles, pero también autos, una tradición que fue continuada por mis primos. Muchos negocios en Necochea tenían su ‘marca’ (la palabra ‘Almada’ sobre un pincelito) en sus carteles, vidrieras y automóviles.
Pero la especialidad de Enrique eran los buses (para los que hacía hermosos ‘fileteados’) y autos de carrera. A mí me daba mucho orgullo cada vez que veía fotos o videos de esos enormes autos de Turismo Carretera (algo así como nuestra versión del NASCAR) y mi apellido aparecía en el frente!
All pictures from ‘El legado DeBenedictis’
Mi tío iba ocasionalmente a una pinturería en pleno centro de Necochea, justo a la vuelta de la oficina de mi padre, a comprar sus materiales. Siempre hacía notar su presencia: pretendía tropezar ni bien cruzaba la puerta, y en su ‘caída’ aprovechaba para voltear unas cuantas latas de pintura y crear mucho ruido (definitivamente un rasgo de familia, porque yo hago lo mismo en casa, para ‘diversión’ de mis hijos y –sobre todo– de Gaby). El dueño de la pinturería, amigo de mi tío, lo insultaba en broma y luego ponía todo de vuelta en su lugar.
Uno podría presumir, sin embargo, que se estaba cansando del jueguito. Un día fue mi padre el que precisó comprar pintura (seguro que para uno de sus muchos proyectos en casa). Por supuesto, fue al mismo negocio!
Ni bien mi viejo traspuso la puerta se encontró con el dueño, que procedió a saludarlo de la siguiente manera (no tan en broma):
- Tocás una p*ta lata de pintura y te c*go bien c*gado a palos, pelo**do!!!
Te recuerdo una: la vez que papá fue a un asado y se olvidó el cuchillo...
ReplyDeleteNo me acuerdo bien, escribila y te la publico!
ReplyDeleteCobrale derechos de autor Fafa.
ReplyDeleteGabriel muy buena la de hoy!! me encanto la foto del auto de De Benedictis!!un groso mi viejo con tanto talento!!fue, es y sera mi ídolo!! esa mano "mágica"que por suerte la heredo Santiago, mi hermano!!Gracias, mil gracias!!!
ReplyDeleteLindo blog, no lo conocia, voy a volver seguido :0)
ReplyDeleteMuchas gracias, 22, vos tambien tenes blog?
ReplyDeleteSe podria decir que no, ultimamente.
ReplyDeleteExcelente historia ! Hay como mil de estas. Recuerdo cuando Ricky y Freddy se lo encontraron a Enrique y flia comiendo pizza en Liguria y entraron a saludarlo a papá... no entendian nada.
ReplyDeleteLa de Freddy y Ricky va a salir pronto, ya la tenía en mi lista...
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