(En español más abajo)
But my 'dream job' was still out there, waiting for me, and I got to get a glimpse of what it was like through some very good friends. In 1989, a year in which I only spent a few days in Necochea, my buddies Andrés and César hosted a radio show on the local FM, along with their friend Claudia. The show was as irreverent and unscripted as you can expect from a bunch of 22, 23 year old kids, but it had some (many) moments of pure brilliance.
With the help of all of our friends playing diverse -and often hilarious- supporting characters, 'Radio a la deriva' ('Drifting radio') soon evolved into a cult show. Listeners were calling from the whole region, either to ask for a song or to suggest a topic for discussion, or just to say something goofy.
Among memorable moments and sketches, I remember the day in which they were transmitting an imaginary ‘truco’ tournament ('truco' being our national card game). Can you imagine doing play-by-play for a game where the most important part is the gestures? In spite of some questionable taste exhibited when dedicating a song to the boyfriend of a dear friend (…), the show was getting better and better every day.
Then, on the very last two weeks of the show, I finally arrived to Necochea and they invited me over. I remember I was so shy about it, and so respectful about the fact that it was their show, not mine, that I barely opened my mouth at first; that would be for the better, as you’ll notice after you read below. We got a phone message from one of those 'concerned and committed' guys that would usually call so we would discuss very sensitive and serious issues (on a show that was anything but serious):
- Yeah, um, you guys... Why don't you talk about AIDS and drugs? Those are the issues ‘we’ want to hear about.
My response:
- Sure! You want us to talk in favour or against them?
He never called again.
The guys wrote a short radio-novel for the show, which featured me as the narrator (I remember the main character’s name was ‘Humphrey’, which I intentionally pronounced ‘Hoomphree’, as if I was reading in Spanish). The script would begin with one of the girls pretending to have an orgasm… have I mentioned that the show was at noon on weekdays? :-)
Soon two fantastic ideas got me totally hooked: the first one consisted in all of us bringing our little siblings or cousins to the studio... and then leaving them in charge. Imagine that, we put a bunch of six, seven year old kids in there and then left! By the time we turned on the radio to see how they were doing, they were talking about religion, war, school, etc and going to commercial or music breaks like pros. Callers were begging for them to come back!
The other idea, which illustrates this post, took place on (I believe) the very last day. Andres had a hard time picking the music so we said "Why don't we just bring our guitars and play whatever we want?" I remember that Andres opened the show singing a The Cure song and then we played Queen, Cat Stevens, Les Luthiers, Argentine rock... whatever came to our minds. It was a great day!
I was so pumped after that brief experience that I ended having my own show the next winter along with two friends, and I even invited Cesar to guest host one Sunday. He was clearly the best of the group and he proves that even today, as he's the director of a very prestigious FM radio in Buenos Aires (Radio Palermo). Then I learned how difficult was to prepare and organize a program, even though it was a weekly two hour show. Many times I felt I had nothing to say or that I was completely unprepared (an ‘embarrassing story’ about this is coming up tomorrow). I don’t know how Andrés, Claudia and César managed to have a two hours show everyday for two months and keep it interesting… I know I couldn’t!
I will never forget that summer and those two radio shows I was lucky enough to be a part of. They represented my dream come true; and I'm sure I will be in front of a microphone again one day.
Might steal a couple ideas from that 1989 show too...
Pero mi ‘trabajo soñado’ todavía estaba allí, esperándome, y tuve la dicha de ver cómo sería tener un programa de radio gracias a un par de muy buenos amigos. En 1989, un año en el que pasé muy poquito tiempo en Necochea, mis amigos Andrés y César comenzaron un programa en la radio FM local, junto con su amiga Claudia. El show era tan irreverente e imprevisible como uno pueda esperar viniendo de un grupo de chicos de 22, 23 años, pero también tuvo algunos (muchos) momentos decididamente brillantes.
Con la inestimable ayuda de todos nuestros amigos jugando distintos –y por lo general divertidísimos– papeles de reparto, ‘Radio a la deriva’ pronto evolucionó hacia lo que hoy llaman un ‘programa de culto’. Había oyentes llamando de distintas ciudades de la región, ya sea para pedir una canción, sugerir un tema de discusión, o simplemente para hacer o decir una payasada.
Entre los momentos y sketches memorables, recuerdo uno en el que transmitieron un campeonato de ‘truco’ ('truco' es nuestro juego de cartas ‘oficial’). Se imaginan relatar por radio cómo los jugadores levantaban las cartas, cuando la parte más importante de este juego está en los gestos y el lenguaje corporal? Otro momento que me viene a la memoria fue el del nacimiento del ‘bebé sirena’. Claro que en lugar de ser un niño con la mitad del cuerpo de humano y la otra mitad de pescado, era un niño que lloraba haciendo el ruido de las sirenas de bomberos (“Efectivamente, es un bebé sirena”, diría el Dr. Andrés). A pesar de un muy cuestionable gusto demostrado para dedicar una canción al novio de una querida amiga (sí, todavía me acuerdo) el show se estaba poniendo mejor y mejor con el paso de los días.
Luego, y en las últimas dos semanas del show, finalmente llegué a Necochea y los chicos enseguida me invitaron. Recuerdo que al principio me movía con timidez, muy respetuoso del hecho de que ese era el show de ellos, no el mío, al punto que al principio casi ni abría la boca; eso sería recomendable, como verán cuando lean más abajo. Un día nos llegó un mensaje de esos oyentes ‘comprometidos con la realidad’ y siempre dispuestos a tratar temas candentes y profundos. Esa gente que parece que no pudiera hablar de fútbol o de minas sin mencionar el Todo y la Nada, el Yo y el Ello, etc, etc. Un plomo, diríamos en Argentina, que quería discutir un tema serio (en un show que de serio no tenía nada):
- Sí, este, hola, che… Por qué no hablan un poco del SIDA y el flagelo de las drogas? Esos son los temas de los que ‘nosotros’ queremos escuchar hablar.
Mi respuesta:
- Claro! Ahora, vos querés que hablemos a favor o en contra?
No volvió a llamar.
Andrés también escribió una radionovela corta para el show, en la que yo oficié de narrador (recuerdo que el personaje principal se llamaba ‘Humphrey’, pero yo lo pronunciaba ‘Jumpri’, como si estuviera en español). La novela comenzaba con una de nuestras amigas pretendiendo tener un orgasmo… mencioné ya que el show iba todos los días a las 12 PM? :-)
Pronto los chicos tuvieron dos ideas fantásticas a las que me adherí con ganas: la primera consistió en traer a un grupo de hermanitos y primos al estudio… y después irnos, dejándolos a cargo del programa. Imagínense, sentamos a un grupo de chiquitos de seis o siete años allí y después nos fuimos! Para cuando nos pusimos a escuchar la radio, sin embargo, los pibitos ya estaban hablando de religión, la guerra, la escuela, etc, e iban a las tandas comerciales o pedían temas como si lo hubieran hecho toda la vida. La gente se cansó de llamar pidiendo que volvieran!
La otra idea, que ilustra este post, ocurrió (creo) el último día. Andrés estaba teniendo dificultades para elegir la música del día, por lo que le dijimos "Y por qué no llevamos las guitarras y cantamos nosotros?" Recuerdo que Andrés abrió el show cantando “Boys don’t cry” de The Cure, y que también tocamos canciones de Queen, Cat Stevens, Les Luthiers, rock y folklore argentino… lo que se nos ocurriera. Estuvo buenísimo!
Yo me quedé tan entusiasmado con esa experiencia cortita, que para el invierno siguiente ya tenía mi propio programa en Buenos Aires, junto con dos amigos, y hasta lo invité a César una vez para que condujiera como invitado. El era claramente el que más talento tenía para esto, algo que se demuestra incluso el día de hoy, ya que es el director comercial de una radio FM muy prestigiosa en Buenos Aires (Radio Palermo). Así fue que aprendí qué difíicl era preparar y organizar un programa, incluso un programa semanal de dos horas como el nuestro. Muchas veces sentí que no tenía nada que decir o que estaba haciendo las cosas de manera improvisada (y tengo una ‘historia avergonzante’ al respecto, que aparecerá mañana). No sé cómo hacían Andrés, Claudia y César para mantener interesante un programa de dos horas que iba todos los días. Yo no pude con uno semanal!
No me voy a olvidar nunca de ese verano, ni de esos dos programas de los que tuve la suerte de ser parte. Representaron la concreción de mi sueño; de alguna manera, sin embargo, sé que voy a estar de nuevo frente a un micrófono algún día.
Eso sí, tal vez deba robarme un par de ideas de ese show de 1989…
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