Friday, March 19, 2010

Embarrassing moments - #17

(En español más abajo) 
 

Embarrassing moments
 
Canada
A couple days ago, I wrote about that radio show in Necochea that I was invited to participate in, and how that experience acted as an incentive for me to end having my own show the following winter, along with two friends, on a radio in the Great Buenos Aires. I also mentioned how difficult it became to organize and plan each show, to the point that I always felt like I was doing everything in a very improvised way. But still, we had quite a few followers, especially since we were on on Saturday evenings and people were tuning in to hear the results of the Second and Third Division soccer games (in which there are several teams from the area) and especially the results of the field hockey and rugby games, both very popular sports in the North of the Great BA. It was a total fake, one of the guy’s girlfriend played for a First Division hockey team and would act as our reporter, updating the scores live… from the studio, where she was covering her mouth to make it look like she was on the phone…
 
But among the problems we had, there was one that caused me to have one of those embarrassing moments. One Saturday we realized we had forgotten the tape (well, it was long ago!) containing our commercials. We had three sponsors: a very fancy restaurant, whose owner was a close friend of one of the guys, my mother’s print shop and another one. I said, confident: “Don’t worry, guys, we’ll do fine. Instead of playing the tape, I will do the announcements live, since I remember all the wording”.
 
That was absolutely true, God bless my memory, but there was a detail: I was not a professional broadcaster. Well, the guy who had recorded the commercials wasn’t either, but he was still ten times better than me.
 
I got through the first two somehow, and then it was the time to do the third one, for my family’s print shop. The original ad had our ‘broadcaster’ friend announcing the name with a very affected voice, and a very well known song playing in the back (“Sleepwaking”, by Larry Carlton, a great guitarist).
 
We had the song, so we played it and I started, trying to look manly and charming:
 
(5 seconds of music)
“Pierre de François, Graphic Arts” (Phew, good start)
 
(5 seconds of music)
“Commercial and Social papers, wedding invitations” (Go Gabriel!)
 
(10 seconds of music)
“We  welcome you, as always, to offer you a vast selection and the best quality” (Almost there!!!)
 
(5 more seconds)
“Alvear 367, just steps from the train station” (YESSSSS!!!)
 
(Final 5 seconds)
(With a very squeaky voice, as if I were a 12 year old Peter Brady): “Martíiiinez”
 
My friends were rolling on the floor with laughter, and that went on the air too. I got so mad (and ashamed) that I stormed off the studio, and when I finally came back, I barely said a word until the show was over.
 




 
 
ArgentinaContaba hace un par de días de aquél programa de radio en Necochea para el que fui invitado a participar, y de cómo eso me incentivó a tener, junto con dos amigos, otro programa en una radio en las afueras de Buenos Aires en el invierno siguiente. También conté cómo se me complicaba organizar y delinear los shows, al punto que siempre tenía la impresión de que estábamos haciendo todo de manera muy improvisada. De todos modos, y curiosamente, teníamos oyentes, porque como nuestro programa era los sábados a la tardecita, aprovechábamos para informar todos los resultados del fútbol del ascenso (en el que militan algunos equipos de la zona) y sobre todo del hockey sobre césped y el rugby, deportes muy populares en la Zona Norte del Gran Buenos Aires. Una truchada total, teníamos a la novia de uno de los chicos que jugaba en un equipo de Primera División y nos hacía de corresponsal, pasando los resultados en vivo… desde el estudio y tapándose la boca para que pareciera que estaba en el teléfono.
 
Pero entre los problemas con que nos topamos, figuró uno que me hizo pasar un papelón de novela. Un día nos dimos cuenta de que nos habíamos olvidado el cassette (y sí, fue hace mucho) con nuestra pauta publicitaria. Teníamos tres auspiciantes: un restaurante muy elegante de un amigo de uno de los chicos, la imprenta de mi madre y otro más. Con suficiencia dije: Y bueno, nos arreglamos, che. En lugar de pasar los anuncios grabados los decimos al aire, si yo me acuerdo de todas las palabras”.
 
Eso era absolutamente cierto, pero había un detalle: yo no era locutor. Bueno, el chico que los había grabado tampoco, pero era mucho mejor que yo…
 
Zafé como pude con los dos primeros anuncios, y llegó el momento de hacer el tercero, el de la imprenta de mi familia. El anuncio original tenía a nuestro amigo ‘locutor’ anunciando el nombre con voz muy afectada, y como fondo una canción muy conocida entonces: “Sleepwalk”, de Larry Carlton, un gran guitarrista.
 
Teníamos la canción, así que la pusimos en la consola y arranqué, con voz seductora:
 
(5 segundos de música)
“Pierre de François, artes gráficas” (Uf, empecé bien)
 
(5 segundos de música)
“Papelería comercial y social, partes de enlace, invitaciones” (Vamos Gabriel!)
 
(10 segundos de música)
“Lo esperamos como siempre, para ofrecerle una gran selección y la mejor calidad” (Ya estamos!!!)
 
(5 segundos más)
“Alvear 367, a pasitos de la estación” (Grande!!!!)
 
(5 segundos finales)
(Con la voz quebrada y bien finita como si fuera un nene de 12 años): “Martíiiinez”
 
Mis amigos se tiraron al piso de la risa, y todo salió al aire. Yo me enojé y me avergoncé tanto que salí del estudio inmediatamente, y cuando volví, unos minutos después, prácticamente no pronuncié palabra hasta que terminó el programa.
 
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