You will have to believe me

I’m at the airport in Toronto, about to board my flight to Virginia. Everything is under control this time (i.e. I haven’t forgot my wallet and the limo company I called this time is just down the road from home, so there was no way they could get lost)…

 

There was a long line at the check in, but to my joy, I got called by the lady just in front of me. My right leg is still killing me, so I’m trying to walk as little as possible. I did customs (since I have a Nexus card, it was a very quick process; I should write about this later on, because it’s really cool!). Then it was time to take off our clothes…

 

I put shoes, coins, glasses, everything on those plastic bins. I asked if I needed to remove my belt as well. “Let me look at it… No, you don’t have to”. Still, as I walked through that little gate, I heard the dreaded “beeeeep”.

 

- Please stand still and extend your arms…

 

The lady passed that metal detector all over my tiny body, and then I heard the '”beep” again. It can’t be my belt, I thought. It’s in my back! Did I leave my cellphone in there? I can’t be that dumb!

 

I wasn’t that dumb. It wasn’t my phone, it was my… butt.

 

This is probably the second time it has ever happened to me (I remember the first one was while I was flying from Buenos Aires to Necochea). A little embarrassed, I told the lady:

 

- Um… I had a broken hip a few years ago and I have several little pieces of metal in there. You will have to believe me!

 

I guess she wasn’t interested in verifying if I was telling the truth or not, because she let me go…

 

 

Estoy en el aeropuerto de Toronto, a punto de abordar mi vuelo a Virginia. Todo está bajo control hoy (no me olvidé la billetera, y la compañía de transporte que llamé está a una cuadra de casa, así que no había forma de que se perdieran)…

 

Había una fila muy larga en el ‘check in’, pero para mi alegría, la señora que me llamó estaba justo frente a mí. Mi pierna derecha me sigue doliendo muchísimo, así que estoy tratando de caminar lo menos posible. Pasé por aduana (como tengo una tarjeta Nexus, fue un abrir y cerrar de ojos; tengo que escribir sobre esto más tarde, porque es muy cool!). Luego llegó el momento de sacarse la ropa…

 

Puse mis zapatos, monedas, anteojos, todo en esos recipientes de plástico. Pregunté si tenía que también sacarme el cinturón. “Déjeme ver… No, no hace falta”. De todos modos, cuando pasé por la puertita, escuché el tan temido '”beeeep”.

 

- Por favor, párese derecho y extienda sus brazos…

 

La señora paseó el detector por todo my cuerpecito, y ahí volví a escuchar el '”beep”. No puede ser mi cinturón, pensé. Es en mi espalda! Me dejé el teléfono ahí? No puedo ser tan idiota!

 

No era tan idiota. No era mi teléfono, sino que era mi… trasero.

 

Esta debe ser la segunda vez que me pasa (recuerdo la primera, en un vuelo dae Buenos Aires a Necochea). Un poco avergonzado, le dije a la señora:

 

- Um… Tengo la cadera rota debido a un accidente hace algunos años. Tengo clavos y otras piezas de metal ahí dentro. Me tiene que creer!

 

Me parece que no estaba muy interesada en verificar si decía la verdad o no, porque me dejó ir de inmediato…

 

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