One of the many occasional guests to our Christmas Eve dinners was a great uncle called Martín. He was married to Pilar, sister of my grandmother Haydée, and I had heard somewhere that they were 'too old' when they got married, which might have explained why they didn't have any children. They lived just around the corner from my grandparents, on Street 53. We used to laugh because my aunt Pilar would leave us envelopes containing some money on the Christmas tree, but when we went there to open them, the amount of money would be ridiculously small, even for a young kid.
Martín was a simple man, who always seemed to be in a good mood. He was bald and tall, and had glasses with a huge frame. He would drop by my grandparents', sometimes with Pilar, sometimes just by himself. I liked him very much. A few years later, Pilar passed away and Martín became a more frequent visitor, but at the same time he looked more absent every time. He died a few years later, lonely and sad.
Martín and Pilar used to come over to play poker with my grandparents and another friend (ideally, you need five people for a poker game). One of those friends, maybe the most frequent, was a man called Pepino (well, that was his nickname, I never knew what his real name was). I didn't know a lot about him, except that he drove an "Estanciera" (a very early version of our minivans) and that he liked to fish a lot.
I'm not sure how this game began, but I ran into Martín on the street one day and he asked me if I had seen Pepino. I said no, of course.
After that day, and for many years until the very last time I saw him, in my teenage years, there was no opportunity in which I would meet Martín and he would not ask me "Have you seen Pepino?", waiting for my negative response. Even when he was too old and he started to forget about things, I would make sure I reminded him that I hadn't seen Pepino, even before he asked me.
Finally, one day (I was 15 or 16 years old already), I saw Pepino on the street (or at least that's what I thought); I ran to Martín's place to let him know ASAP, of course.
But Martín wasn't home!
Uno de los tantos comensales ocasionales para la Nochebuena era un tío abuelo nuestro que se llamaba Martín. Martín se había casado con Pilar, la hermana de mi abuela Haydée, y según tenía entendido, se habían casado de grandes, así que no habían tenido hijos. Vivían a la vuelta de lo de mis abuelos, sobre la calle 53. Nosotros nos divertíamos mucho porque mi tía Pilar nos dejaba sobrecitos con plata en el arbolito de Navidad, pero cuando íbamos a abrirlo, contenían un monto de dinero que era ridículamente pequeño, incluso para un niño. No alcanzaba para nada!
Martín era un hombre simple y siempre parecía estar de muy buen humor. Era calvo y larguirucho y usaba unos anteojos de armazón muy grueso. Siempre pasaba por casa de los abuelos, a veces solo, a veces con mi tía Pilar. Me caía muy bien. Tiempo después Pilar falleció y Martín se convirtió en un visitante cada vez más frecuente, pero a la vez más ausente. Murió varios años después, de soledad y tristeza.
Martín y Pilar solían juntarse a jugar al poker junto con mis abuelos y algún otro amigo (idealmente, se necesitan cinco personas para una ronda de poker). Uno de ellos, tal vez el más habitual, se llamaba Pepino (en realidad era su apodo, jamás supe su verdadero nombre). No sabía gran cosa sobre el, salvo que tenía una Estanciera (algo así como una mini-van de entonces) y que le gustaba mucho pescar.
No sé bien cómo empezó el juego, pero un día me crucé con Martín y me preguntó si lo había visto a Pepino. Por supuesto, yo le contesté que no.
A partir de ese momento, y hasta la última vez en que lo vi, ya siendo un adolescente, no hubo una sola oportunidad en la que me encontrara con Martín y no me preguntara “Lo viste a Pepino?”, esperando mi respuesta negativa. Incluso cuando ya estaba viejito y comenzó a olvidarse de algunas cosas, yo me ocupé de recordarle que no había visto a Pepino antes de que me preguntara.
Un día, finalmente, y ya con quince o dieciseis años a cuestas, lo vi a Pepino en la calle, o al menos eso me pareció; por supuesto, ahí mismo salí corriendo para la casa de Martín a avisarle.
Pero Martín no estaba!
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That's so funny! Isn't that the way things seem to work? :D
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