Tuesday, November 20, 2007

The longest trip (Part 5)

(Continued from here)

We arrived to the hospital, and we were taken to the observation room immediately. They didn't do too much about poor Gaby, but I was put on the X-ray table. As I said, we were in a psychiatric hospital, so the crew was used to dealing with all kinds of people. To make things even more interesting, almost everybody were residents, people around my age taking their first steps in the practice. In spite of the seriousness of the moment, the atmosphere was light and I, feeling a little more relieved once I saw that Gaby seemed fine, allowed myself to joke with one of the doctors. I grabbed him by his clothes and asked him "Doctor, please tell me what I have, doctorrrr!" as if I were in a soap opera. His reply was almost immediate: "We can't tell you anything until we're done with your autopsy" Very comforting, eh?

They wanted me to stand up and I told them there was no way, I had a broken leg. They insisted anyway, but the moment I set my foot on the floor the pain was so intense that they realized that something was really wrong. The X-rays weren't conclusive, so it was decided that I would have some more studies done (like a CT scan or a Magnetic Resonance) once I got moved to Buenos Aires.

I was taken to a bed while Gaby called her brother and my mother to let them know what had happened. Gaby then sat by my side for a couple hours until she too went to rest, so there I stayed, face up and in complete silence, thinking of the incredible succession of events that had played a role so we would still be alive. Some I was already aware of, some I found out about later, but the list was long:
  • Because I swerved to the right, we hit the truck right on its front tire and bounced back. If I hadn't done that, we would have gone under the track and death would have been instantaneous. I was told later on that my maneuver was more of a reflex, trying to protect my wife and unborn kid, something like saying "I rather hit the truck on my side"; of course, there's nothing heroic about that, that's the way our brain works, but this reflex probably saved our lives.
  • We were driving a very old car, so it couldn't run too fast. At the time of the crash, we were doing some 70 km/h. Had we been driving at 100 or more, we wouldn't have been here today.
  • Since the car was old, the chasis absorbed the impact, and there was virtually no damage inside. A newer car would have been destroyed.
  • The truck was transporting construction materials (even though it was only authorized to transport fruits and vegetables). A 40x40 cm patio tile (made of concrete) flew off the truck and went through the rear windshield, landing on the back seat. It's obvious to say that had it gone through the front windshield, it would have ripped our heads off.
  • I had mentioned this already; we were in the middle of nowhere, but still an ambulance was coming right behind me. Too much, isn't it?
Speaking of the truck, its driver had his driver license expired, no insurance, and -as I said- the truck was not authorized to transport construction materials. You can say it already: "Wow, this guy went to jail and Gabriel got rich". We'll talk about this later...

Back at the hospital, the night looked eternal. There was a man in the bed beside mine, he was breathing with a lot of difficulty and he looked he was in his last moments. I stayed in silence, listening to the efforts of this poor man: breathe (pause), exhale (long pause); breathe (pause), exhale (I barely noticed it), breathe... it went like that the whole night.

In the morning, the ambulance arrived and we got ready to be transferred to Buenos Aires.

(Continued)

(Continúa desde aquí)

Llegamos al hospital y nos llevaron directamente a una sala de observaciones. Con Gaby, pobre, no hicieron gran cosa, pero a mi me acostaron sobre para sacarme rayos X. Como conté, estábamos en un hospital psiquiátrico, así que los médicos estaban acostumbrados a tratar con pacientes de todo tipo. Para hacer más interesante el asunto, eran prácticamente todos residentes, chicos de mi edad que estaban haciendo sus primeras armas en la práctica de la medicina. A pesar de la seriedad del asunto, el ambiente era más bien jovial y yo, que me sentía más aliviado al ver que Gaby parecía estar bien, me permití bromear con uno de los médicos. Lo tomé de su guardapolvo y le dije: "Doctor, dígame que tengo, Doctorrr!" como si estuviera en una telenovela. La respuesta del facultativo no se hizo esperar: "No podemos decirle nada hasta que terminemos con la autopsia". Muy tranquilizador, no?

Querían que me pusiera de pie y yo les dije que no había forma, que me había roto mi pierna derecha. De todos modos insistieron en que lo hiciera, pero en el momento que puse mi pie en el suelo el dolor fue tal que se dieron cuenta de que algo realmente andaba mal. Los rayos X no fueron muy concluyentes, así que se decidió que me volvieran a hacer estudios (posiblemente una tomografía computada o una resonancia magnética) una vez que me trasladaran a Buenos Aires.

Mientras Gaby llamaba a su hermano y a mi madre para contarles lo que nos había pasado, me trasladaron a una habitación en la que me depositaron en la cama. Gaby se sentó a mi lado por un par de horas hasta que se fué a descansar ella también, y allí quedé, boca arriba y en silencio, pensando en la increíble sucesión de eventos que se habían encadenado para que aún estuviésemos vivos. Algunos ya los conocía, otros los averigüé despues, pero la lista es larga:
  • Al pegar el volantazo hacia mi derecha, impactamos en el neumático del camión y rebotamos. Si no lo hubiese hecho, nos habríamos metido debajo y la muerte habría sido instantánea. Con el tiempo me explicaron que esta maniobra fue un intento inconsciente de protejer a mi esposa y el hijo por venir, algo así como decir "prefiero golpear de mi lado"; por supuesto, esto no tiene nada de heroico, así funciona nuestro inconsciente, pero ese reflejo probablemente nos salvó la vida.
  • El auto era viejo, así que mucha velocidad no podía levantar. Al momento de chocar, veníamos a 70 km/h. Si hubiésemos venido a 100 o más, no lo habríamos contado.
  • Al ser un auto viejo, el chasis resistió el impacto y prácticamente no hubo daño en el habitáculo. Un auto más nuevo hubiese quedado destrozado.
  • El camión con el que choqué transportaba materiales de construcción (a pesar de estar sólo habilitado para el transporte de frutas y verduras). Una baldosa de cemento de 40 x 40 cm voló del camión e impactó nuestro auto, increíblemente atravesando la luneta trasera y aterrizando en el asiento de atrás. De más está decir que si hubiese entrado por adelante nos habría arrancado la cabeza.
  • Ya mencioné el hecho de que estábamos en el medio de la nada, pero sin embargo una ambulancia venía detrás de mí. Es mucho, no?
A todo esto, el chofer del camión tenía su registro de conducir vencido, no tenía seguro y -como dije- el camión no estaba habilitado. Díganlo nomás: "Uy, el tipo fue preso y Gabriel se llenó de dinero". Después hablamos del tema...

De vuelta en el hospital, la noche se me hacía eterna. En la cama de al lado, un hombre respiraba dificultosamente y parecía estar en sus últimos momentos. Me quedé en silencio, escuchando atormentado los esfuerzos de este pobre hombre: respira (pausa). exhala (pausa muy larga), respira (pausa), exhala (apenas me doy cuenta de que lo hizo), respira... así toda la noche.

A la mañana siguiente, llegó la ambulancia y nos dispusimos a ser trasladados a Buenos Aires.

(Continuará)

4 comments:

  1. Definitivamente lo tuyo debe ser "Dios, Gabriel y Compañia SRL."

    Tal vez a todos nos ocurre algo parecido y no nos damos cuenta.
    Que bien, pero no solo por ustedes, también por quienes te leemos, pues nos hace reflexionar acerca de estas "cosas" de la vida.

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  2. Ah! El capítulo que viene es ese en el que ganás el juicio y levantás como 100 mil dólares que después perdés con Cavallo y el corralito, no?

    Ojalá lo escribas pronto!

    Ah!!! Que paso con el de la cama de al lado?

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  3. Ja! Sabés que había puesto 'sobrevivió' entre paréntesis al final del comentario sobre el hombre de al lado, pero no pasó la exigente revisión final?

    El tipo seguía vivo al día siguiente, pero quién sabe cuánto duró, pobre. No te olvides que estaba abandonado ahí. Como sos argentino, vas a saber en qué lugar estuvimos (Melchor Romero)...

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  4. Nah... no te puedo creer...
    Nacieron de vuelta!!!
    Y todavía te quedan culpas??. Te tendrían que haber dejado en el neuropsiquiátrico!!!
    jajaja

    No, ahora fuera de bromas, increíble sucesión de acontecimientos e increíble la suerte que tuvieron.

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